sábado, 24 de diciembre de 2011

Una extraña historia de Navidad III: El primer regalo



Al llegar a su pueblo, comprobó lo que más temía. Este había desaparecido casi por completo. Algunos de los que aun seguían hay, le contaron que tiempo después de que él se fuera a hacer fortuna en la capital los bancos acabaron cada uno de los negocios de ese lugar y que no había más comercio. Esto a Crauz le arruinaba el panorama, ya que no podría encontrar la mano de obra para crear su juguete. Caminó por unas calle y vio que las personas que pasaban a su lado hablaban en voz baja, por lo que, preocupado de que alguien lo delatara, salió corriendo a la casa de sus padres que se encontraba en la colina más alejada de la región.


 Crauz había hecho su riqueza, no con influencias o por haber heredado una gran fortuna, lo ganó con su inteligencia privilegiada. Cuando era niño varias de sus juguetes eran hechos por él. Solo era cuestión de que examinara uno para sacar una réplica, igual o mejor, de aquel juguete. Paso varias semanas ideando que es lo que pudiera hacer feliz a Paola y así salir ileso de su condena a ser pobre de nuevo. Hasta que un día, los planos de una casa de muñecas majestuoso habían sido terminados. Crauz pensó que Paola necesitaba tener el hogar perfecto, ya que, ella sufre por haberlo perdido.


El problema es que su obra maestra necesitaba un lugar muy extenso, grandes maquinarias y personal que no lo reconociera. Por suerte, donde vivía existía una fábrica abandonada y un pequeño pueblo de personas nativas de esa región, y que, por ser de una baja estatura, eran marginados y despreciados.
Crauz compró la fábrica y contrató a todas las pequeñas gentes para que repararan el lugar. Unos días antes del juicio de Crauz la casa estaba lista, pero la casa era demasiado grande para que pudiera caber en su humilde coche, así que fue a una de sus oficinas de paquetería que se encontraba en la localidad. Su pelo y su barba no había sido cortada desde el primer día en que huyó de la justicia por lo que era menos reconocible así que su preocupación de ser reconocido ya no existía. Al llegar al centro de paquetería, la camioneta de la empresa estaba decorada de una forma muy infantil y lo que más le llamó la atención a Crauz es que el escudo de su compañía, el cual era un galgo en plena carrera, tenía unos cuernos de Reno y esto lo enfadó mucho. 


Tocó la campana de la recepción y un empleado con overol café salió de atrás del local. La nariz roja y sus constantes estornudos le daban asco a Crauz pero el temor de ser reconocido pudo más así que saludó al enfermo que tenía el nombre de Rod en su pecho.


El lugar estaba decorado con crayones  pinos y estrellas y Crauz no pudo aguantar tanta insolencia y le preguntó a Rod: - Oiga ¿La empresa autoriza que este decorado así este lugar y la camioneta?-. El flacucho Rod sonrió y respondió: -Mi hija de 8 anios es atista y gusta la tunda. Mietas la companía no se entede no hay pobema ¿seniod? – y le extendió la mano para saludarlo. Crauz al ver que no era muy listo el tal Rod, y que necesitaba su ayuda le dio su verdadero nombre. Le dio la dirección en donde recoger el regalo y pagó por adelantado.


Rod al entregarle la nota le comentó a Craus: - Solo que el paquete llegará de 3 a 5 dias porque tengo que esperar a que mi ayudante regrese de su incapacidad, ya que el no podía llevar el paquete solo en su estado actual.


Crauz sintió como la sangre se le subía a la cabeza. Solo faltaban 2 días para antes de su juicio  y si no se entregaba mañana todo su plan no habría servido para nada.


Trata de tranquilizarse un poco y una nueva idea se le ocurrió y pensó: -¿Qué mejor que estar en primera fila cuando Jhonson se rompa en mil pedazos? Esta es una oportunidad perfecta, me vestiré de su ayudante y con estas barbas no me podrán reconocer-.


En media hora Crauz se había ofrecido para ayudarlo a repartir el paquete. Se puso el overol rojo  y las botas de platico negras, reglamentarias para los cargadores de paquetes, y se pusieron en camino a la alejada capital en donde vivía el juez Jhonson.


Unas horas antes de que iniciara el juicio Crauz estaba llegando al patio de Jhonson y mientras  el bajaba Rod fue a tocar la puerta. Jhonson salió a atender y detrás escondida, en sus piernas miraba tímidamente Paola. Rod tomo su libreta y preguntó: -¿Udted es el Jued Jhonson?- a lo que él solo contestó afirmativamente con su cabeza mientras no apartaba la vista del ayudante que estaba armando los últimos detalles de la casa de muñecas (mientras tocia, con su peculiar forma, la cual se escuchaba así como una gran carcajada). Rod le indicó a Jhonson que firmara los papeles y Paola salió corriendo para recibir su regalo.


 Todas las habitaciones tenían una sorpresa y de pronto sonrisas salieron de la niña que desde hace años el único sonido que hacía era el del respirar. Asombrado Jhonson preguntó: - ¿Cómo te llamas y quien manda esto? Y Rod, sin dejar de llenar el papeleo, le enseño su gafete, en donde venia el nombre de Rodolfo y  le dijo: -Ed paquete fue enviado por el Señod Claus- y señaló con su mano a Crauz, que estaba terminando el juguete. Al verse descubierto Craus salió corriendo, tan rápido como su corpulento cuerpo se lo permitía, y saltó la pequeña barda del jardín. 


En ese instante policías salían, de arbustos y carros estacionados, apuntándole con armas para impedir su escape. Crauz levantó las manos y dio por hecho que todo el esfuerzo había sido en balde y se tiró en la nieve.


Jhonson se acercó al derrotado Crauz y pronunció: -Pensaste que con esta patética farsa podrías sobornarme, como lo has hecho a todos los que te rodean o querías jugar con mis sentimientos maldita escoria ¿Tú crees que no te tuve vigilado todo este tiempo en donde estuviste creando esto en tu pueblo? ¿Esto es lo mejor que tienes?- y en ese instante Jhonson sintió el jaloneo  en su pantalón, el cual, lo hacía Paola para llamar su atención y grito: -¡Abue! Dice el repartidor que el que me envió la casita se llama Claus ¿Tú lo conoces?- Jhonson espantado ante aquel milagro, de que su nieta volviera hablar después de tantos años, la abrazó y rodaron lagrimas. El implacable juez conmovido, le susurró  algo a su nieta. Paola fue a abrazar a Crauz y agradecerle.


Jhonson estaba muy agradecido por esta acción, que a pesar de ser mezquina y egoísta para salvar su cuello, hizo mucho bien en darle a su pueblo natal una empresa, en darle empleo a personas necesitadas y , por supuesto, darle a su nieta una sorpresa tan grande que no le iba a confiscar lo que tenia si firmaba un contrato en donde Crauz se comprometía a que pagaría todas la deudas fiscales en estas fechas, pero además, un gran porcentaje de su aportación estaría apartada para juguetes, tan buenos como la casa de muñecas, a todos los niños del mundo, repartiéndolos por medio de su empresa de paquetería. Los juguetes los haría en la fábrica que creó en su pueblo y emplearía a más personas  de su localidad y así el mal que él hizo se convertiría en mal. Por otro lado en gran parte de la alegría de su nieta fue por ver a estos dos pintorescos personajes, por lo que, en el contrato también estipulaba que Crauz debería de pasar a una región diferente, por año, caracterizado con la misma larga barba, el overol rojo, la faja negra para cargador, las botas negras de plástico y se haría llamar Claus. También tena que traer a Rodolfo con la nariz roja en la camioneta que tiene pintado un reno. Todo esto se debería hacer no solo durante toda la vida de Crauz, sino su descendencia, porque, de lo contrario el año en que fallaran todas sus posesiones serian embragadas.


Y así, en este lugar, surgió la leyenda de Claus, Rodolfo, y su camioneta de reno, los enanos de la fábrica de juguetes y el primer regalo de navidad.

1 comentario:

  1. Talvez un poc forzado, pero los elementos de la historia estan muy bien acomodados!!! si pulieses un poco mas el texto estoy seguro de que Hallmark lo agarraria para hacer una pelicula...

    Muy buena historia...

    Felicidades!!!

    Y feliz navidad!!!

    (mas vale tarde que nunca)

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