En una película, que vi recientemente, algo me llamó mucho la atención: fue el hecho de que en muchos de los deportes evalúan
mal a los jugadores y los valoran más por cuestiones que no deberían de tener
peso en el juego que desempeñan, pero desgraciadamente así sucede. El tipo hace
un equipo con los adefesios de ese juego, según como los expertos los
calificaban, y llega a ganar 20 juegos consecutivamente.
Yo considero que en la vida diaria algunas veces valoramos a
las personas por las razones equivocadas y despreciamos a las que en verdad
tienen dotes que valen la pena enumerar.
La obsesión por un modelo de belleza, el presumir un estado económico alto
o el tener una elocuencia prodigiosa hacen que la educación, los buenos
sentimientos, la empatía por los desamparados sea opacada o poco estimada.
Debemos de pensar que las cosas que más admiramos de las
personas son las que menos duran en este mundo y que después de todo no son más
que espejitos que nos hace despreciar a los verdaderos tesoros que tememos ante
nosotros.
El saber que tan rica es una persona por dentro hará que
descubras una vegetación virgen de experiencias que muchos se pierden solo por
no considerarlos a su nivel… y tal vez en esencia tengan razón, no se merecen
tanta belleza ¿No crees?
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