viernes, 16 de septiembre de 2011

Revolucionario anticuado

Frase del día
"Prefiero morir de pie, a vivir arrodillado." Frase del Profesor X


En un pueblo muy lejano existe el nieto de mi general, el cual, se pasaba todas las tardes meciéndose afuera de su casa, en un  mueble que perteneció a su padre.

Esta persona era la fascinación de los niños, porque, los entretenía con canciones de la revolución y proezas de aquellos tiempos dorados en que su abuelo, el general Zapata, se erguía en su caballo corriendo a todo galope mientras el enemigo, enfrente de él, lanzaba las balas traidoras, las cuales, pareciera que recordaban en qué país estaban, porque  se desviaban cuando estaban enfrente encargado de la revolución (según contaba).

En los tiempos de mi General sus ideales y la forma de gobierno eran algo nuevo, acorde a las necesidades de ese momento, pero eso ya había pasado hace varias generaciones. Esto se demostró una mañana en que el descendiente  hizo una cuadrilla de fusilamiento, con los niños que lo admiraban, para ejecutar a un raterillo que se había metido a su casa, con la esperanza de sacar el oro de la revolución, que se rumoraba que tenía el malhumorado octogenario.

Puso pistolas cargadas en las jóvenes manos de los soldados. Amarró al pobre prisionero, de su guerra imaginaria, de pies y manos, vendó sus ojos y le preguntó: -¿Cuál es su última voluntad?-  Llorando el ratero gritó: ¡Que le pasa viejo loco! ¡Auxilio! ¡Auxi…! Ofendido el soldado improvisado le tapó la boca con una calceta. Levantó su espada y gritó: -Preparen… Apunten-.

Antes de que diera la orden de dar fuego las madres de los niños llegaron con una docena de policías para someter al pelotón mal logrado que iba a hacer justicia por su propia arma. En camino a la jefatura el pobre general repasaba en su cabeza que es lo que hizo mal. El código de honor era que, si alguno saqueaba la casa de algún otro, y fuera sorprendido, era inmediatamente fusilado... pero al parecer ya no era así.

El ratero necesitaba un correctivo y el longevo debía hacer algo para que esta persona recibiera su castigo y en el tiempo de la revolución estas acciones hubieran sido las más lógicas, pero ahora no.

Debemos de estar consientes que no estancarnos en nuestra forma de solucionar las cosas ni ser tan legalistas. Cada situación tiene su forma particular de solucionarla y su contexto. Una buena opción era que hubiera hablado a la policía y levantar una denuncia, no pasar al ratero por las armas.

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