viernes, 19 de agosto de 2011

No soy mala hierba, solo hierba en mal lugar



En el pueblo lejano de "San Sinpanzontli", hubo alguna vez un hermoso terreno, en donde, se daba de todos los frutos que cualquier quisiera cultivar. Esta tierra era de toda la localidad y ellos dependían de ella, hasta que un día, el agua de riego fue infectada por desechos de una compañía a fueras del lugar. Este edificio fue clausurado, pero el daño estaba hecho, los sembradíos empezaron a marchitar y sus productos a secarse. Aun seguían con vida, pero la infertilidad estaba sobre todo esas tierras.
 Pasaron 4 generaciones de secas plantas, hasta que un retoño verduzco apareció en medio de toda esa sombria estampa. Desde muy pequeña, todas las demás matas menospreciaban a la verde recién llegada. Le decían hierba mala, porque ¿Quién podría ser buena con ese color tan escandaloso y brillante?
Entristecida, acostumbraba ocultarse entre las hojas secas, para que así, nadie viera su vergüenza. Un día, sintió que algo estaba sobre su tallo, así que, salió alarmada de su escondite. – Tengo una espada muy filosa y no tengo miedo a usarla- gritaba mientras blandía un pedazo de pasto que tenía en su escondite.
El intruso cortó en un instante con su aguijón su sable asesino mientras movía su cabeza por todas partes en busca de algo. Después, se posó arriba del vencido guerrero y fijo su mirada en el. – muy bien soldado, si tuviera tiempo seguiría jugando, pero quisiera encontrar el sembradío de esta localidad. Me dijeron que aquí se encuentra la fruta más rica y el polen mas basto en toda la región-. La planta indignada agregó: – No sé a qué te refieres-. La abeja la vio directamente a los ojos un poco enojada – pues las otras plantas verdes como tú y no esté deprimente campo-. Al terminar  de decir esto los otros tallos lo empezaron a abuchear y lanzarle sus secas ramas, por lo que, la abeja salió disparado. Pensó en voz alta la planta – ¿Podrá haber mas como yo?- Antes de terminar la frase un rugido de la anciana del lugar fue dirigido así ella –jajajajaja ¿Como crees eso? Este mundo sería un caos si hubiera más hierba mala como tú-. Después de esto solo se escucho comentarios lastimosos hacia la atónita planta, que veía morir su última esperanza de encontrar alguien igual a ella.
En ese momento, un temblor se inició y una mano arrebató a la desdichada . Era un científico que quería solucionar el problema de ese pueblo. En su laboratorio, experimentó con ella. Cada día le quitaba una o dos hojas, por lo que,  el sufrimiento era aun mayor. En la oscuridad del pequeño cuarto ella pensaba - ¿Qué más me podría pasar?-.
Veía pedazos de plantas en el bote de la basura y sentía que algún día  ella seria la próxima. Y cuál sería su sorpresa que una mañana eñ científico la levantó de su lugar. Ella se veía cayendo en ese bote sin fondo, para ya nunca volver. Decidió que no quería ver sus últimos segundos de su existencia, así que, cerró los ojos.
La espera era mucha, pero al sentir el calor del sol, hecho una mirada y encontró en un lugar en donde todas las plantas a su alrededor eran verdes como ella. Le extraño, que todas tenían un cierto parecido  con sus compañeras  que estaban antes en su campo café, pero estas eran mas grandes y hermosas. La más anciana de ellas volteo a verla y le dijo: - Ya despertaste querida. Todo esto que vez es gracias a ti. Sacaron de tus hojas una solución que hizo que todas nosotras viviéramos lo que deberíamos de ser. ¡Y pensar que un día te dijimos hierba mala¡ siendo que nosotras lo eramos.
 La plantita emocionada abrazó a sus nuevas amigas. Y desde ese entonces la palabra “Hierba mala” fue prohibida por sin fin de generaciones y la abundancia regresó al pequeño pueblo de San  Sinpanzontli.

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