Esa tarde sabía que ibas a ir.
Te buscaba discretamente, porque tal vez… no sé.
Estuve toda la tarde pensando que palabras detonarían la plática
¿Es normal que esté pensando en esto? Si las conversaciones
sale espontaneas, como al abrir un refresco agitado.
¿Y por qué planeo esto como si fuera algo que importara
mucho?... ¿Importa mucho?
Sí, sentí algo cuando te vi, pero podría ser que estoy
demasiado solo.
Llega el momento de salir y te exploro entre la multitud, no
te encuentro.
¿Por qué estoy tan triste al no verte? Apenas unos días atrás
platicamos un rato y eso fue todo.
Volteo atrás y apareces. El estomago se estremece, las piernas
me tiemblan ¿Estaré enfermo?
Te saludo y cruzamos dos o tres chistes sin importancia.
Poco a poco tu mirada cálida me enfría y siento como mis
miembros se entumecen,
Rayos... mi mente está en blanco.
Rayos... mi mente está en blanco.
En un instante no puedo pronunciar nada propio, solo repito
lo que dijiste... y en un instante despierto.
La colmocion es tal en mí, por verme hacer el ridículo, que
simplemente me pongo nervioso y digo una escusa para salir de allí.
De camino las ideas regresan, las conversaciones vuelven,
los chistes se asoman ¡Malditos traicioneros! ¡Podían haber estado cuando
estaba enfrente de ti!
Nunca me había comportado así y la verdad si se lo que me
pasa.
Me gustas y más de lo que pensaba.
Por como piensas, eres y luces.
Lástima que al darme cuenta quede como alguien hueco.
Pero espero a la próxima vez en que nos volvamos a ver y
pueda platicar más contigo
¿Por qué sabes? Todas mis acciones y mi cuerpo me dicen que me
gustas.
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