Frase del día:
"Las verdades que se callan se vuelven venenosas... por eso siempre trato de desintoxicarme" Palabras de una Señora Chismosa
En un hospital psiquiátrico vivían un par de gemelos, desde
hace un par de años. El problema con uno de ellos es que no tenía control de la
ira y a cada instante odiaba a su hermano por el hecho de que se parecía tanto
a él que tenia la sospecha de que lo estaba imitando.
El gemelo iracundo se llama Isaac y siempre buscaba la
manera de matar a su hermano pero tenía el constante miedo de que lo encerraran
en la cárcel, así que la solución era hacer el crimen perfecto en donde no
fuera inculpado.
Una mañana Isaac fue a la enfermería, después de uno de sus
habituales ataques epilépticos, y después de volver en sí, encontró a su lado
un frasco de veneno que los médicos utilizaban como medicina experimental para
pacientes problemáticos. Agarró el frasco y lo escondió entre su ropa. La felicidad
se dibujaba en su cara, ya que, por fin tenía una forma fácil de matar a su
hermano Ismael y así dar por terminado al infame imitador que toda su vida lo había
atosigado.
Esta felicidad duró hasta la media noche, cuando Isaac
reflexionó acerca de cómo podría administrarle el veneno, sin que él fuera
inculpado. La preocupación no dejo dormir al pobre Isaac, ya que, estaba tan
cerca de la solución a su predicamento, hasta que, en un instante, una idea
golpeó su mente: - Recuerdo que una vez oí que los gemelos estamos conectados,
de tal forma, que si a uno le pasa algo el otro también lo resiente, así que,
la forma más lógica de matarlo es que yo me tome el veneno- Así que se acomodó
en un sacre, de su habitación acolchonada, mientras esperaba a que fuera mañana
y así darle la primera dosis a su copia farsante.
En el patio de recreación Isaac veía a lo lejos a Ismael ,
al estar seguro de que nadie lo veía,
tomó la primera dosis, y al instante él se sintió muy mal, pero vio que a lo
lejos, como hermano se retorcía del dolor
en medio del patio. Él razonó que esto era consecuencia de su malévolo plan.
Pasaron los días y la dosis diaria de Isaac a su hermano era
casi casi una religión, ya que, se deleitaba el mirarle a lo lejos como se retorcía
en posición fetal en medio del patio.
Todo esto pasó, hasta que una tarde, lo inevitable sucedió… Isaac murió. Con una
sonrisa en su rostro, por que su hermano lo acompañaría en este tétrico viaje.
Como es lógico su hermano Ismael no se murió sino que esos
dolores que le aquejaban eran solo una forma de llamar la atención de los demás,
un juego de hipocondriaco que en su loco mundo era muy normal.
Algunas veces la ira es un veneno que tomamos nosotros
pensando que le hará daño a la otra persona, pero esto solo llega a dos conclusiones:
La primera es que solo a ti te hace daño el odiar a una persona y puede
afectarte de muchas maneras. La segunda es que muy posiblemente la persona que
odias no estará ni por enterado de tus sentimientos.
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