jueves, 7 de junio de 2012

La bella y la bestia II


Llegó un momento en que, el disimulado paso apresurado, se convirtió  en una marcha a mayor velocidad. Los tacones, en algunos momentos, se tambaleaban, por el mal estado del pavimento de esa fría y oscura calle.

En eso, recuerda que su madre le había regalado un gas pimienta para defenderse. Con alteración empezó a buscar, en el mar de objetos que tenía, en su bolsa de cuero. Una y otra vez movía todos los objetos que contenía para buscar el cilindro de metal con la tapa de plástico, pero nunca lo encontró porque, al cambiar de bolso, no lo introdujo por no considerar importante y que ocupaba un espacio importante que podría ocupar más pinturas.
 Al no hallar su arma de defensa personal solo encontró una cuchara, que utilizaba para enchinarse las pestañas,, para poderse proteger . La escondió debajo de la manga de su blusa y siguió su andar.

Desesperada, por no saber si de verdad estaba en peligro, voltea hacia atrás, para verificar  que no pasara algún carro al cruzar la calle y aprovechó para ver el hombre de pelo chino que estaba en su persecución. Solo pudo apreciar esa silueta. La cara no existía entre la poca luz que había. Pero este indicio dio más temor a Laura por el hecho de que la persona que se sospechaba de los asesinatos tenía el pelo de esta forma.   

Aun mas terror sintió al ver que la extraña sombra tenia sosteniendo algo en su mano, que le pareció con lo que le podría hacer daño. Al no tener ninguna duda en  su mente de que era una víctima dio vuelta en la esquina y  estando fuera del alcance de la vista de su captor se quitó las zapatillas y empezó a correr.

Unos metros pasaron para que se sintiera estúpida al hacer todo esto, por producto de su imaginación, así que se detuvo un poco, y recuperó el aliento, pero por un retrovisor, de un carro estacionado, vio al hombre corriendo hacia ella. Inmediatamente continuó la carrera mientras buscaba quien la pudiera ayudar, pero ni una sola alma se veía en las calles.

Su única esperanza era llegar a su unidad habitacional, donde siempre estaba resguardada por 3 o 4 policías en la puerta. Entre mas era su angustia tenía más ganas de  gritar, pero, el cansancio y el miedo no permitían que alguna palabra se entendiera y fuera audible. 

Lagrimas de desesperación salían de sus ojos en lo que Laura trataba de no entregarse al pánico. De que, poco a poco, la bestia, que la andaba persiguiendo, se acercaba mas y mas. Al llegar a la puerta no había ni un policía, ni uno de los tantos que estaban apilados para recibir a los invitados y que varias veces se le habían insinuado y pensó: - Ahora que los necesito ¿no hay nadie?-. Ella no podía creer en su mala suerte y por un momento no supo qué hacer. Su rostro estaba desencajado y sus ojos se abrieron más que en toda su vida.

Pero una luz en su departamento hizo que de nuevo la esperanza volviera al cansado cuerpo mientras razonaba: -mi marido me puede salvar-. Tomó su celular y  trataba de marcarle mientras corría hacia los ascensores, pero no contestaba.

Maldiciones salían de su boca en tanto tocaba desesperadamente los botones del ascensor, pero recordó que, al no haber luz estos aparatos no podrían funcionar por lo que tendría que caminar, por las escaleras, hasta el cuarto piso.

Ultima parte el día de mañana

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