Es media noche en una avenida concurrida de esta ciudad. Una
oficinista apura el paso para llegar a su casa, a unas cuadras de la estación
del metro. Da la vuelta en la esquina y una sombra aparece atrás de ella.
A diferencia de la avenida, la calle está sola y obscura. Al parecer, para
su mala suerte, había un apagon en toda la colonia y eso hacia aun más difícil
el caminar por las interminables senderos negros como la garganta de un lobo.
Los pasos de josefina aumentaban en ritmo, asemejando el sonido del
segundero de un reloj viejo y dejando ver cada vez más una torpeza de sus pies
al tratar de correr con las zapatillas de 15 centímetros que muy orgullosamente
se estrenó en la mañana.
Su vecina, una anciana chapada a la antigua, le repetía constantemente que vestía
demasiado provocativo para una mujer decente… hasta hoy pensaba que era muy
exagerada, pero a como estaba la situación, ella estaba reflexionando que la
sombra que la está siguiendo ella lo había provocado.
Mientras sus pensamientos vuelan un frio recorre toda su espina dorsal, al
recordar una conversación, esta mañana en el ascensor del condominio, en donde,
las chismosas del sexto piso decían, muy alarmada, que un asesino rondaba la
cuadra y que la semana pasada habían encontrado el cuerpo de su víctima en un
lote baldío. Esa imagen se fijo en su mente y cada vez que pensaba en la victima,
tomaba más sus formas, sus facciones y su cara.
Continuará el Lunes…
ahhhh me estaba gustando te pasas
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