Tal vez la persona más desvalorada en muchos hogares
mexicanos es la figura del “Papá”.
Hombre que trae el sustento a la casa y disciplina a los
hijos.
Visionario del hogar y planificador del destino de la
familia.
Estos son los arquetipos del pasado y han sido destrozados
por las nuevas generaciones de familias que existen en nuestros tiempos.
Madres que trabajan mientras los padres cuidan los niños y
cuidan las casas. Familias divorciadas en donde el rol del padre se reparte
entre el natural y el impuesto. Padres que en vez de tomar el rol de
inspiración, orden y ejemplo prefieren ser los amigos incómodos de sus hijos.
Todo pareciera que está en caos al no
haber un orden… Y tal vez se tiene la razón.
Yo creo que el mundo en nuestros tiempos no es tan blanco y
obscuro como en el tiempo de nuestros abuelos y por ellos debemos de
evolucionar en nuestra forma de pensar. Pero no de la forma caótica y resignada
en la que se ha venido acostumbrado en nuestra sociedad. Sino estos nuevos papeles dados al hombre de familia adaptarlos
a los viejos principios esenciales que
son:
1.
Rectitud y honorabilidad
2.
Valor y compromiso a los suyos
3.
Estabilidad emocional ante los problemas
4.
Astucia y sabiduría al tomar decisiones
Teniendo estos principios, el padre toma el rol, que hace
unas generaciones había sido relegado a las madres o a las instituciones, y tendríamos
un futuro más prometedor, al tener familias
estables, a pesar de las mutaciones que se hagan con el tiempo.
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