Aunque muchos de ustedes, en forma burlona, digan que si me
parezco no quiero que con este escrito confirmen sus sospechas. Pero el hecho
de que una navidad se mida por cuantos regalos te dieron, y la marca de ellos,
o cuanta y cual comida hayas devorado hasta que el botón de tu camisa haya
salido disparado como la bala más mortífera o la competencia despiadada de
quien tiene la mejor decoración se me hace una pérdida de tiempo.
Una amiga mía tiene una cierta aversión hacia el viejito panzón
rojo y creo que la empiezo a entender. Nos enfrascamos con la idea de que estas
fechas tenemos que estar en la cocina durante todo el día y hacer filas
interminables en las tiendas para que estas fechas tengan un significado.
Nos hemos dicho a nosotros mismos: -¿Qué importa que alguien
nació hace mucho tiempo para morir por mí?- o si eres ateo: -¿hay algún
inconveniente con que ya no reflexione con lo que he pasado en el año y no
disfrute a mis familiares?- y a una voz los dos grupos dicen: ¡La verdadera
navidad se mide por cuanto beba, coma y reciba! Eso es lo que importa-.
Cuando era joven mi situación económica, y la de mi familia,
no era buena, es más, te puedo decir que el de todos mis familiares era
parecido. Pero en mi niñez y mi juventud no recuerdo una navidad en donde no saliéramos
todos con un dolor en el estomago y el los cachetes de tanto reir por convivir
todos juntos. Ahora que la economía es mejor para todos, la navidad se
transformó en un comercial mercadotécnico. Creo que después de todo, al
extrañar esas fechas pasadas y desilusionarme de estas me he convierto en un
Grinch. Que ironía.
Frase del día:
“¿El año nuevo te regala vidas nuevas? o ¿Te las venden?... ¿Puedo comprar una?” Yo también quisiera una y si es a 18 meses sin intereses, mejor.
Frase del día:
“¿El año nuevo te regala vidas nuevas? o ¿Te las venden?... ¿Puedo comprar una?” Yo también quisiera una y si es a 18 meses sin intereses, mejor.
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