Al llegar a su pueblo, comprobó lo que más temía. Este había
desaparecido casi por completo. Algunos de los que aun seguían hay, le contaron
que tiempo después de que él se fuera a hacer fortuna en la capital los bancos
acabaron cada uno de los negocios de ese lugar y que no había más comercio.
Esto a Crauz le arruinaba el panorama, ya que no podría encontrar la mano de
obra para crear su juguete. Caminó por unas calle y vio que las personas que
pasaban a su lado hablaban en voz baja, por lo que, preocupado de que alguien
lo delatara, salió corriendo a la casa de sus padres que se encontraba en la
colina más alejada de la región.
Crauz había hecho su
riqueza, no con influencias o por haber heredado una gran fortuna, lo ganó con
su inteligencia privilegiada. Cuando era niño varias de sus juguetes eran
hechos por él. Solo era cuestión de que examinara uno para sacar una réplica, igual
o mejor, de aquel juguete. Paso varias semanas ideando que es lo que pudiera
hacer feliz a Paola y así salir ileso de su condena a ser pobre de nuevo. Hasta
que un día, los planos de una casa de muñecas majestuoso habían sido
terminados. Crauz pensó que Paola necesitaba tener el hogar perfecto, ya que,
ella sufre por haberlo perdido.
El problema es que su obra maestra necesitaba un lugar muy
extenso, grandes maquinarias y personal que no lo reconociera. Por suerte,
donde vivía existía una fábrica abandonada y un pequeño pueblo de personas nativas
de esa región, y que, por ser de una baja estatura, eran marginados y despreciados.
Crauz compró la fábrica y contrató a todas las pequeñas
gentes para que repararan el lugar. Unos días antes del juicio de Crauz la casa
estaba lista, pero la casa era demasiado grande para que pudiera caber en su
humilde coche, así que fue a una de sus oficinas de paquetería que se
encontraba en la localidad. Su pelo y su barba no había sido cortada desde el
primer día en que huyó de la justicia por lo que era menos reconocible así que
su preocupación de ser reconocido ya no existía. Al llegar al centro de paquetería,
la camioneta de la empresa estaba decorada de una forma muy infantil y lo que más
le llamó la atención a Crauz es que el escudo de su compañía, el cual era un
galgo en plena carrera, tenía unos cuernos de Reno y esto lo enfadó mucho.
Tocó la campana de la recepción y un empleado con overol café
salió de atrás del local. La nariz roja y sus constantes estornudos le daban
asco a Crauz pero el temor de ser reconocido pudo más así que saludó al enfermo
que tenía el nombre de Rod en su pecho.
El lugar estaba decorado con crayones pinos y estrellas y Crauz no pudo aguantar
tanta insolencia y le preguntó a Rod: - Oiga ¿La empresa autoriza que este
decorado así este lugar y la camioneta?-. El flacucho Rod sonrió y respondió:
-Mi hija de 8 anios es atista y gusta la tunda. Mietas la companía no se entede
no hay pobema ¿seniod? – y le extendió la mano para saludarlo. Crauz al ver que
no era muy listo el tal Rod, y que necesitaba su ayuda le dio su verdadero
nombre. Le dio la dirección en donde recoger el regalo y pagó por adelantado.
Rod al entregarle la nota le comentó a Craus: - Solo que el
paquete llegará de 3 a 5 dias porque tengo que esperar a que mi ayudante
regrese de su incapacidad, ya que el no podía llevar el paquete solo en su
estado actual.
Crauz sintió como la sangre se le subía a la cabeza. Solo
faltaban 2 días para antes de su juicio y
si no se entregaba mañana todo su plan no habría servido para nada.
Trata de tranquilizarse un poco y una nueva idea se le ocurrió
y pensó: -¿Qué mejor que estar en primera fila cuando Jhonson se rompa en mil
pedazos? Esta es una oportunidad perfecta, me vestiré de su ayudante y con
estas barbas no me podrán reconocer-.
En media hora Crauz se había ofrecido para ayudarlo a
repartir el paquete. Se puso el overol rojo y las botas de platico negras, reglamentarias
para los cargadores de paquetes, y se pusieron en camino a la alejada capital
en donde vivía el juez Jhonson.
Unas horas antes de que iniciara el juicio Crauz estaba
llegando al patio de Jhonson y mientras el bajaba Rod fue a tocar la puerta. Jhonson
salió a atender y detrás escondida, en sus piernas miraba tímidamente Paola.
Rod tomo su libreta y preguntó: -¿Udted es el Jued Jhonson?- a lo que él solo
contestó afirmativamente con su cabeza mientras no apartaba la vista del
ayudante que estaba armando los últimos detalles de la casa de muñecas (mientras
tocia, con su peculiar forma, la cual se escuchaba así como una gran carcajada).
Rod le indicó a Jhonson que firmara los papeles y Paola salió corriendo para
recibir su regalo.
Todas las
habitaciones tenían una sorpresa y de pronto sonrisas salieron de la niña que
desde hace años el único sonido que hacía era el del respirar. Asombrado Jhonson
preguntó: - ¿Cómo te llamas y quien manda esto? Y Rod, sin dejar de llenar el
papeleo, le enseño su gafete, en donde venia el nombre de Rodolfo y le dijo: -Ed paquete fue enviado por el Señod
Claus- y señaló con su mano a Crauz, que estaba terminando el juguete. Al verse
descubierto Craus salió corriendo, tan rápido como su corpulento cuerpo se lo permitía,
y saltó la pequeña barda del jardín.
En ese instante policías salían, de arbustos y carros
estacionados, apuntándole con armas para impedir su escape. Crauz levantó las
manos y dio por hecho que todo el esfuerzo había sido en balde y se tiró en la
nieve.
Jhonson se acercó al derrotado Crauz y pronunció: -Pensaste
que con esta patética farsa podrías sobornarme, como lo has hecho a todos los
que te rodean o querías jugar con mis sentimientos maldita escoria ¿Tú crees
que no te tuve vigilado todo este tiempo en donde estuviste creando esto en tu
pueblo? ¿Esto es lo mejor que tienes?- y en ese instante Jhonson sintió el
jaloneo en su pantalón, el cual, lo hacía
Paola para llamar su atención y grito: -¡Abue! Dice el repartidor que el que me
envió la casita se llama Claus ¿Tú lo conoces?- Jhonson espantado ante aquel
milagro, de que su nieta volviera hablar después de tantos años, la abrazó y
rodaron lagrimas. El implacable juez conmovido, le susurró algo a su nieta. Paola fue a abrazar a Crauz y
agradecerle.
Jhonson estaba muy agradecido por esta acción, que a pesar
de ser mezquina y egoísta para salvar su cuello, hizo mucho bien en darle a su
pueblo natal una empresa, en darle empleo a personas necesitadas y , por
supuesto, darle a su nieta una sorpresa tan grande que no le iba a confiscar lo
que tenia si firmaba un contrato en donde Crauz se comprometía a que pagaría todas
la deudas fiscales en estas fechas, pero además, un gran porcentaje de su aportación
estaría apartada para juguetes, tan buenos como la casa de muñecas, a todos los
niños del mundo, repartiéndolos por medio de su empresa de paquetería. Los
juguetes los haría en la fábrica que creó en su pueblo y emplearía a más
personas de su localidad y así el mal
que él hizo se convertiría en mal. Por otro lado en gran parte de la alegría de
su nieta fue por ver a estos dos pintorescos personajes, por lo que, en el
contrato también estipulaba que Crauz debería de pasar a una región diferente, por
año, caracterizado con la misma larga barba, el overol rojo, la faja negra para
cargador, las botas negras de plástico y se haría llamar Claus. También tena
que traer a Rodolfo con la nariz roja en la camioneta que tiene pintado un
reno. Todo esto se debería hacer no solo durante toda la vida de Crauz, sino su
descendencia, porque, de lo contrario el año en que fallaran todas sus
posesiones serian embragadas.
Y así, en este lugar, surgió la leyenda de Claus, Rodolfo, y
su camioneta de reno, los enanos de la fábrica de juguetes y el primer regalo
de navidad.