Cuenta la leyenda que Dios tomó una gran cantidad de masa de arcilla blanca y con ella empezó a
moldear todo el planeta tierra. El potencial de la arcilla era impresionante y
conforme pasaba sus manos se empezaron a crear los
cristalinos lagos, las imponentes montañas y los profundos mares.
También todas
las criaturas vivientes de esta sana tierra se iban formando de la blanca y
suave materia desde los inmensos, pero pacificas ballenas azules hasta los más
diminutos insectos y plantas.
Mientras más avanzaba más rebabas salían de las creaciones
que tomaban formas. Como las piedras sueltas en una escultura las sobras de todo lo creado
se amontonaban en el cielo azul y queriendo ser alguna creación tomaban la
forma de lo que veían abajo en la tierra.
Después de varios instantes la hermosa tierra fue hecha por
Él y se dispuso a limpiar lo que sobraba, pero observó que esa materia blanca
volaba de un lugar a otro tratando de tomar
las figuras que había creado y decidió no eliminarlas, es más, les puso
el nombre de nubes para que adornaran los cielos e hicieran hacer volar la imaginación
de sus observadores como hasta ahora lo hacemos tú y yo.
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