Un músico toca un sábado en la tarde y corazón esta
extasiado. Durante años el se preparó en diferentes escuelas y hoy esta
debutando en un lugar público. Todas las personas que alguna vez le dijeron que
dejara esto parecen con menos autoridad.
El está nervioso, pero no importa, porque él nació para este
momento. Horas practicando y solo en su cuarto ahora dan resultados. El
instrumento era de su hermano mayor y por juego empezó a tocarlo para después
descubrir que había encontrado a amigo y compañero para toda la vida.
El ha tocado durante una hora en ese lugar y no ha dejado de
hacer lo que le gusta desde el momento que pisó el escenario. Sus ojos cerrados
no se percatan que ha estado tocando para un público fantasma en esa inmensa
plaza comercial.
El está inmerso en su música hasta que se equivoca en una
nota y voltea a ver si alguien se habrá dado cuenta de su error. Sorprendido
solo ve a su promotora puesta de pie y aplaudiéndole porque, para eso le paga.
Las personas que hace unos momentos rondaban en su cabeza
ahora son jueces que le reafirman al fracaso de este día. Todo parece inútil y,
entre más nervioso se pone, se equivoca con mayor notoriedad.
Se termina el tiempo de su presentación y sale derrotado de
aquel escenario improvisado, mientras que nadie nota su ausencia en ese enorme
complejo. La pelea perdida hace que el músico dude de sus capacidades, se
cuestione que es lo que ha hecho mal. Pero ya es muy tarde para pensar todo
esto y se retira a la cama a tratar de dormir después de la humillación.
Al siguiente día, el campo de batalla es el mismo centro
comercial en el escenario puesto para los que debutan en ese lugar. El artista
está temeroso al tener la posibilidad de volver a fracasar y ser un loco
tocando para nadie. Aunado a su temor su representante le dijo que si esta vez
no era un éxito rotundo retiraría su apoyo y su sueño terminaría como muchos
otros.
Las mano le tiemblan y la voz se quiebra al acercarse al micrófono
para decir la próxima canción… pero
empieza. Recuerda que esta es una gran oportunidad y que ha peleado por ella,
así que se divertiría aunque nadie lo escuche. Gradualmente su emoción empezó a
surgir y sus dedos se deslizaban sobre el instrumento como mantequilla en
sartén.
El calor aumentaba mientras las notas inundaban el lugar y
el sudor corría por su frente mientras la música poseía ese momento
mágico. La última nota de su canción
termina y el músico tiene la respiración entre cortada y el esfuerzo es notorio
en la curvatura de la espalda, pero en su cara se puede ver una satisfacción
que hace mucho tiempo no había logrado.
Al voltear al frente para recoger sus cosas se encuentra con
un numeroso grupo de personas alrededor mirándolo atónitos. Nadie dice nada,
solo son sus ojos puestos en el exhausto músico. El músico piensa que están así
por que hizo aun más el ridículo.
Un niño, desde la audiencia, empezó a aplaudir muy
tímidamente, pero esto provocó que una oleada de alabanzas se escuchó por todo
el lugar. Les había fascinado y pedían más. El hacer las cosas por solo el
hecho de hacerlo porque te gusta debe de ser la única razón de ejercer un
trabajo… no importando lo que diga la gente.