A veces tan ligados, a veces tan distantes. Me gusta pensar
que el “Yo” y el “estar” son dos cosas diferentes… Pero no lo son.
Soy porque existo y el día que muera ya no seré. Pedazos de
papel en el viento son las vidas que veo pasar en esta basta humanidad. Un día
estas allí y en otro momento no sabes en donde vas a parar. La soledad es la
expresión más pura de la existencia porque cuando estas a su lado valoras el no
ser una personas que forma al monstruo que es la humanidad.
El pensar diferente es inadecuado para los ojos que te
observan pero es un paso necesario para
reconocer la verdad. El criterio es el que te guía hacia algo que es real y no
la incomodas fórmulas que se viven allá fuera.
Las normas fluctuantes de una sociedad en decadencia me
hacen pensar que la existencia es una mera falacia o una moda o un concepto o
una definición.
¡No! El ser humano es
mucho más que esas palabras frías y crueles.
Es superior a lo que las personas etiquetan. El problema es que una
persona se crea todas estas definiciones
y cae en la mediocridad de un mundo enlatado, procesado y al vapor.
¿Qué puede ser peor que la muerte? Por supuesto, la vida sin
sentido, el espíritu atrapado o la moral aprisionada. Para algunos la muerte es
el réferi que dice hasta donde pudieron completar su legado o la huella digital
impresa en la historia de la humanidad… del final de la obra propuesta en su
vida, pero tristemente, para los que no tienen propósito, el seguir viviendo es
la máxima aspiración. El no pensar que
hacer para justificar su existencia solo declara el punto de encuentro entre la
nada y el olvido. Tan simple como huellas en la arena junto al mar, donde el
tiempo se encargará de desvanecer y ocultar.
Pero la verdadera realidad no está en la justificación del
tiempo en estudios y trabajos, en esfuerzos o tiempo invertido haciendo como
una formula incomoda al salón de la insatisfacción y frustración. El verdadero
vivir es hacer lo que sea necesario para alcanzar tus objetivos disfrutando
cada paso que das. Pero el objetivo no debe de ser el resultado de lo que se
obtiene. La fama, riqueza o estabilidad social no deben de ser la meta. Es
hacer las cosas para lo que realmente eres bueno y te llena es lo que te hará
sentirte realizado. Y cuando llegues a ese momento, no importando si eres rico
o pobre, famoso o desconocido tu existencia habrá sido justificada y plena.